Esquí: los buenos hábitos
¡Las pistas de esquí ya están abiertas! Y quien dice esquiar, dice frío, nieve, viento, sol… En fin, los peores enemigos para tu piel. Por lo tanto, hay que limitar los daños provocados por el clima extremo de la montaña y adoptar buenos hábitos.
En la montaña, nuestra piel sufre aún más los efectos de las agresiones exteriores: el primer peligro es el frío que, al ser más agresivo, puede agrietar y quemar la piel. Además, con la altitud, los rayos del sol son más potentes, se reflejan en la nieve y pueden ser muy nocivos para la piel y para los ojos. Por ello, es imprescindible protegerse y no descuidar su rutina de belleza que debes realizar con más cuidado que de costumbre.
Prepara tu piel
Si quieres conseguir un bronceado perfecto, empieza por preparar tu piel unos 15 días antes de tus vacaciones en la montaña. Así, tu piel estará lista para afrontar los rayos ultravioletas y te permitirá broncear más fácilmente.
Protege tu piel del sol
Igual que en la playa, no olvides aplicar una crema solar en tu rostro y en tus labios cada vez que vayas a salir a esquiar o pasear por la nieve ya que refleja los rayos del sol. Esta radiación solar es tan peligrosa como la de los trópicos. Es preferible utilizar un producto solar adecuado para la montaña y con un factor de protección muy alto para protegerse de los ultravioletas que se reflejan en la nieve. No lo dudes y ponte crema al menos dos veces al día: por la mañana antes de salir y a mediodía durante la comida.
Hidrata tu rostro
Durante el invierno, es importante hidratar más profundamente tu piel. Utiliza una crema enriquecida y más nutritiva que tu tratamiento habitual. Además de proteger tu piel con una crema solar, hidrata tu cara y tu cuello por la mañana y por la noche con un tratamiento, preferiblemente cold cream enriquecido con aceite vegetal o con manteca de karité. Así, preservarás tu piel de las agresiones externas. Antes de hidratar y nutrir tu epidermis, no olvides limpiar intensamente tu piel con un jabón suave, por la mañana y por la noche.
Cuida de tus extremidades
En la montaña, las partes más expuestas a las bajas temperaturas son nuestras extremidades. Sienten y sufren antes que cualquier otra parte de nuestro cuerpo: manos secas y estropeadas, labios agrietados, pies secos, nariz y orejas congeladas… Además de abrigarnos, estas áreas necesitan mayor cuidado e hidratación continua.
Cuando sales a la calle, llévate siempre un pequeño tubo de crema para las manos para poder aplicarla varias veces a lo largo del día.
En cuanto a los labios, al ser muy sensibles al frío e incluso propensos a tener herpes, llevar un stick labial resulta indispensable. Aplica una barra de labios con protección a todas horas.
Nuestros pies también sufren mucho con el frío. Al final de la jornada de esquí, cuídalos y usa un tratamiento específico, más nutritivo y graso y ponte unos calcetines para tenerlos siempre muy calentitos.
Mima tu cuerpo
Al llevar ropa de esquí y abrigarnos con varias capas, nuestro cuerpo también siente molestias. Entre el frío, la humedad, el sudor, el frotamiento de la ropa… nuestra piel se vuelve más seca y deshidratada y necesita más mimos que nunca. Por la mañana y por la noche, aplica un bálsamo o manteca a base de karité o cold cream que hidratan más que una crema clásica. Aplica este tratamiento sobre todo el cuerpo insistiendo en las zonas más secas como los codos, las rodillas, etc.
En la ducha, mejor usa una crema o un aceite de ducha más suave y nutritivo para el cuerpo que un simple gel de ducha. Para relajar los músculos, toma un baño caliente y/o aplica un aceite de masaje corporal caliente.
No te olvides del cabello
El pelo sufre tanto como la piel de las condiciones climáticas extremas. Al esquiar, se enreda más fácilmente y se deshidrata. Lo ideal es aplicar tratamientos capilares en las puntas del cabello por la mañana para protegerlo del frío y del sol. En forma de crema, spray, serum… cualquiera vale para nutrir la fibra capilar.
Mientras te lavas el pelo, utiliza un champú suave y espacia las aplicaciones para no agredirlo demasiado. Aplica mascarillas después de cada lavado para mantener el cabello nutrido.
Y obviamente, utiliza un gorro para proteger tu cabeza y tus orejas, una bufanda para el cuello, unos guantes bien calentitos y gafas de sol para proteger tus ojos de los rayos UV que pueden dañar la córnea.
Tu ritual para después del esquí
Después de pasar algunos días en la montaña durante los cuales te has expuesto a las agresiones externas y te has ido aplicando varios productos, tu piel necesita una buena higiene. En este caso, puedes utilizar el aceite seco Vea Spray que es perfecta para limpiar y aliviar la piel. Además, puedes darte un largo baño relajante y calmante, y terminar con un ligero chorro de agua fría para activar la circulación y evitar los calambres.
Tras limpiar tu piel, nada mejor que una crema con aloe vera para regenerar e hidratar. El aloe vera está compuesto al 99% por agua y lleva vitaminas y minerales. Por su acción cicatrizante, calmante y específica para las quemaduras, es un tratamiento ideal como remedio a los daños cutáneos provocados por el esquí y el frío extremo. Por ello, te recomendamos la crema Pur Aloe 70%, perfecta para regenerar y aportar elasticidad a la piel.